5/11/16

Granny squares

Una de las imágenes que tengo grabadas en el cerebro de cuando era pequeña es mi abuela sentada en su silla favorita haciendo ganchillo. Hasta que sus manitas se lo permitieron, siempre estaba tejiendo algo: fundas para cojines, mantelitos para la cómoda, fundas para los rollos de papel higiénico... Creo que casi todos los veranos le pedía que me enseñara, pero yo no tenía ninguna paciencia y creo que nunca pasé de hacer una cadeneta. Por algún motivo, acabé enganchada al punto de cruz y durante mi adolescencia más de una vez acabamos sentadas la una al lado de la otra, en silencio, ella haciendo ganchillo y yo bordando ositos (durante unos cuantos años, estuve bien obsesionada con llenarlo todo de ositos de punto de cruz... no me juzguéis mucho). En casa, mi madre, mientras su vista se lo permitió, también le daba a las agujas. Durante años la vi haciendo fundas de cojines, manteles, mantillas... incluso unas cortinas. Pero yo ya había encontrado mi vicio: el punto de cruz. Creo que me satisfacía más el hecho de que podía ver los resultados del trabajo con más inmediatez, como si estuviera imprimiendo un dibujo en la tela con un cartucho de hilo DMC. Nuestra vecina, MªLuisa, que trabajaba de bordadora para una tienda de ropa de niños muy exclusiva de Alicante, nos "chivó" que había una gitana que tenía un puesto de mercería en un mercadillo y vendía los ovillos de DMC a 100pts por 3 ovillos de 25g (cuando en las tiendas se vendían a 250pts el ovillo). Ganga dónde las haya... empezamos a comprar ovillos como locas entre las tres... hasta que la señora se quedó sin género. En una de las visitas, me traje una caja entera llena de ovillos de colores surtidos, que durante los últimos años he utilizado para hacer vestidos para mis muñecas. Ya no hago punto de cruz (la tela es muy cara), pero al menos he encontrado una nueva manera de sacarle provecho a todo ese tesoro. 

Hace 7 años me diagnosticaron una depresión severa y como parte de mi tratamiento la psicologa me recomendó dos cosas: 1.- volver a escribir y 2.- empezar (al menos) un hobby que me obligara a desafiar mi capacidad creativa y a aprender cosas nuevas continuamente. La primera parte todavía me cuesta un poco, porque he perdido mucha confianza en mí misma y capacidad de expresar mis sentimientos a través de la escritura. Pero de vez en cuando me pongo y escribo alguna parrafada como esta ;) La segunda parte hizo que me comprara unos fascículos para aprender a hacer ganchillo. Pensaba en mi yaya y en las veces que intentó enseñarme de manera infructuosa y a medida que iba progresando y aprendiendo cosas nuevas, me imaginaba a mi yaya sintiéndose muy orgullosa de mí y diciendo "¿Ves? Solo te hacía falta un poco de paciencia". Es una de esas cosas que te enseña el ganchillo: PACIENCIA. Y a aprender a disfrutarla.

En 2011 tuve una recaída, muchos cambios en mi vida, y de pronto me vi con la necesidad de encontrar otra pasión que me hiciera pelear la depresión y volver a encontrar esa paciencia que muchas veces se perdía. Casualmente, empezaba una serie de fascículos para aprender a tricotar con dos agujas. Y se convirtió en otra de las cosas que más me gusta hacer en este mundo. Ahora me tengo que tomar unas vacaciones forzadas de mis agujas de tejer por culpa de una tendinitis en el hombro izquierdo que encima está poniendo bien a prueba mi paciencia y mi salud mental.

Después de varios meses de reposo casi absoluto, he podido volver a coger el gancho y hacer cosillas pequeñas. Hago cosas pequeñas porque veo el resultado rápidamente, como cuando hacía punto de cruz. También porque no puedo abusar de mis brazos, si me paso un poco de darle al ganchillo, me tiro varios días con unos dolores horrorosos. Es lo que tienen estas cosas, que te incapacitan para lo malo y para lo bueno también. 

Me he propuesto hacer un bolso con granny squares (no sé cómo se llaman en español, tampoco lo he mirado porque para algunas cosas soy una vaga de mucho ciudado). Encontré un diseño de cuadrito que me ha gustado y usándolo, voy a confeccionar el bolso. Me va a tener bien entretenida porque tengo que hacer 60 cuadritos en 9 modelos diferentes. Por supuesto, lo voy a enseñar cuando lo tenga terminado.

Nunca antes había hecho granny squares, porque, como su nombre indica, siempre me había parecido el tipo de cosa que hacen las abuelitas para pasar el tiempo y me recuerdan mucho a los tapetes y cojines que hacía mi yaya. Algo que debería haber despertado un sentimiento positivo en mí cuando empecé a hacer ganchillo, no terminaba de llamarme en absoluto. Y ahora... pues ahora ha sido la llamada. He empezado este proyecto con muchísima ilusión y me imagino a mi yaya mirándome y diciendo: "¿Ves? Las abuelas también podemos ser modernas". Sí, señora. Las "abuelas" podemos ser modernas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario