17/11/16

OKONOMIYAKI

Alguna vez me habéis preguntado qué es esa cosa redonda que los Meros comemos (normalmente) en domingo. ¿Es una tortilla? ¿Es una empanada? ¿Es una pizza? Pues no. Es un okonomiyaki. Muchas veces hago la coña de que no soy capaz de hacer una tortilla decente, pero que me salen unos okonomiyakis de vicio. La técnica es parecida a hacer una tortilla de patatas, así que no hay excusa para no probar a hacerlo en casa. Os paso una receta con ingredientes fáciles de encontrar en el súper.



INGREDIENTES (Para 1 ó 2 personas):

  • 200g de repollo cortado en juliana fina
  • 70g de harina normal (o 50g de harina normal y 20g de harina de okonomiyaki si se encuentra)
  • 1 huevo grande
  • 60ml de agua fría (o caldo dashi, que se puede hacer en casa cociendo una hoja de alga kombu en agua unos minutos)
  • 140g de patata pelada y rallada
  • 60g de puerro (o cebolleta)  cortado en juliana fina
  • 6 lonchas de bacon
  • Posibles rellenos (cantidades al gusto): gambas peladas/ taquitos de jamón york/ salmón en lascas... 
  • Para decorar: mayonesa, salsa okonomiyaki (o barbacoa en su defecto), copos de bonito seco (si se encuentran fácilmente)


  1. En un bol de tamaño grande, mezclar el repollo, la patata, la harina, el puerro y el relleno que se elija. Se le puede poner un poco de sal y pimienta.
  2. En otro bol más pequeño, batir el huevo mezclado con el agua/dashi.
  3. Mezclar el huevo batido con los demás ingredientes en el bol grande. No importa que queden grumos, lo importante es que quede bien impregnado todo. Para asegurarme, normalmente hago esto con la mano, mejor que con una cuchara.
  4. Calentar bien una sartén, preferiblemente antiadherente. Se le puede poner una gotita de aceite, o pasarle una servilleta impregnada en aceite para que engrase un poco y no se pegue.
  5. Disponer sobre la sartén caliente las lonchas de bacon, ligeramente superpuestas, para que cubran bien el fondo.
  6. Añadir la mezcla de ingredientes, aplastar y distribuir uniformemente. Tapar y cocer a fuego medio unos 7 minutos.
  7. Dar la vuelta como si fuera una tortilla de patatas con la ayuda de un plato.
  8. Tapar y cocer otros 7 minutos más o menos.
  9. Servir y decorar con las salsas.


Bueno, si alguien se anima a hacer esta receta, ya me contaréis qué os parece. En esta casa es un éxito y nos da mucha pena cuando el plato se queda vacío... No nos gusta que se acabe...

5/11/16

Granny squares

Una de las imágenes que tengo grabadas en el cerebro de cuando era pequeña es mi abuela sentada en su silla favorita haciendo ganchillo. Hasta que sus manitas se lo permitieron, siempre estaba tejiendo algo: fundas para cojines, mantelitos para la cómoda, fundas para los rollos de papel higiénico... Creo que casi todos los veranos le pedía que me enseñara, pero yo no tenía ninguna paciencia y creo que nunca pasé de hacer una cadeneta. Por algún motivo, acabé enganchada al punto de cruz y durante mi adolescencia más de una vez acabamos sentadas la una al lado de la otra, en silencio, ella haciendo ganchillo y yo bordando ositos (durante unos cuantos años, estuve bien obsesionada con llenarlo todo de ositos de punto de cruz... no me juzguéis mucho). En casa, mi madre, mientras su vista se lo permitió, también le daba a las agujas. Durante años la vi haciendo fundas de cojines, manteles, mantillas... incluso unas cortinas. Pero yo ya había encontrado mi vicio: el punto de cruz. Creo que me satisfacía más el hecho de que podía ver los resultados del trabajo con más inmediatez, como si estuviera imprimiendo un dibujo en la tela con un cartucho de hilo DMC. Nuestra vecina, MªLuisa, que trabajaba de bordadora para una tienda de ropa de niños muy exclusiva de Alicante, nos "chivó" que había una gitana que tenía un puesto de mercería en un mercadillo y vendía los ovillos de DMC a 100pts por 3 ovillos de 25g (cuando en las tiendas se vendían a 250pts el ovillo). Ganga dónde las haya... empezamos a comprar ovillos como locas entre las tres... hasta que la señora se quedó sin género. En una de las visitas, me traje una caja entera llena de ovillos de colores surtidos, que durante los últimos años he utilizado para hacer vestidos para mis muñecas. Ya no hago punto de cruz (la tela es muy cara), pero al menos he encontrado una nueva manera de sacarle provecho a todo ese tesoro. 

Hace 7 años me diagnosticaron una depresión severa y como parte de mi tratamiento la psicologa me recomendó dos cosas: 1.- volver a escribir y 2.- empezar (al menos) un hobby que me obligara a desafiar mi capacidad creativa y a aprender cosas nuevas continuamente. La primera parte todavía me cuesta un poco, porque he perdido mucha confianza en mí misma y capacidad de expresar mis sentimientos a través de la escritura. Pero de vez en cuando me pongo y escribo alguna parrafada como esta ;) La segunda parte hizo que me comprara unos fascículos para aprender a hacer ganchillo. Pensaba en mi yaya y en las veces que intentó enseñarme de manera infructuosa y a medida que iba progresando y aprendiendo cosas nuevas, me imaginaba a mi yaya sintiéndose muy orgullosa de mí y diciendo "¿Ves? Solo te hacía falta un poco de paciencia". Es una de esas cosas que te enseña el ganchillo: PACIENCIA. Y a aprender a disfrutarla.

En 2011 tuve una recaída, muchos cambios en mi vida, y de pronto me vi con la necesidad de encontrar otra pasión que me hiciera pelear la depresión y volver a encontrar esa paciencia que muchas veces se perdía. Casualmente, empezaba una serie de fascículos para aprender a tricotar con dos agujas. Y se convirtió en otra de las cosas que más me gusta hacer en este mundo. Ahora me tengo que tomar unas vacaciones forzadas de mis agujas de tejer por culpa de una tendinitis en el hombro izquierdo que encima está poniendo bien a prueba mi paciencia y mi salud mental.

Después de varios meses de reposo casi absoluto, he podido volver a coger el gancho y hacer cosillas pequeñas. Hago cosas pequeñas porque veo el resultado rápidamente, como cuando hacía punto de cruz. También porque no puedo abusar de mis brazos, si me paso un poco de darle al ganchillo, me tiro varios días con unos dolores horrorosos. Es lo que tienen estas cosas, que te incapacitan para lo malo y para lo bueno también. 

Me he propuesto hacer un bolso con granny squares (no sé cómo se llaman en español, tampoco lo he mirado porque para algunas cosas soy una vaga de mucho ciudado). Encontré un diseño de cuadrito que me ha gustado y usándolo, voy a confeccionar el bolso. Me va a tener bien entretenida porque tengo que hacer 60 cuadritos en 9 modelos diferentes. Por supuesto, lo voy a enseñar cuando lo tenga terminado.

Nunca antes había hecho granny squares, porque, como su nombre indica, siempre me había parecido el tipo de cosa que hacen las abuelitas para pasar el tiempo y me recuerdan mucho a los tapetes y cojines que hacía mi yaya. Algo que debería haber despertado un sentimiento positivo en mí cuando empecé a hacer ganchillo, no terminaba de llamarme en absoluto. Y ahora... pues ahora ha sido la llamada. He empezado este proyecto con muchísima ilusión y me imagino a mi yaya mirándome y diciendo: "¿Ves? Las abuelas también podemos ser modernas". Sí, señora. Las "abuelas" podemos ser modernas.